Fujimori, del bacalao a la fuga, su vida es una mentira permanente
Cómo hacer del engaño un método rentable
Desde su bien protegido refugio de Tokio, Alberto Fujimori echó a correr el rumor de que regresará al Perú a fines de año, naturalmente con el fin de reintegrarse a la carrera política de la que un día desertó mediante fax y sin previo aviso.
Quienes recordamos los rasgos principales del carácter de Alberto Fujimori, (intrigante, mentiroso y cobarde), estamos convencidos que el japonés no volverá a Lima mientras no tenga la absoluta seguridad de que no irá a la cárcel ni le ocurrirá nada a su integridad física y sicológica. Por tanto, su anunciado retorno es una mentira más de las que viene regando a su paso desde que participó en las elecciones de 1990.
Recuérdese la imaginaria "intoxicación" que sufrió durante la semana santa de ese año, cuando se le vencía el plazo para presentar al país su programa económico a través del periodismo. Justificó su incumplimiento y por tanto su inasistencia, con el pretexto de que pocas horas antes había comido bacalao en mal estado. Por ser entonces primerizo en mentirillas y guardar algo de la simpatia de candidato débil que proyectó durante la campaña electoral, el publico le perdonó la vida.
De allí en adelante perseveró en la manía del engaño. El 5 de abril del 92 sorprendió a la población con un golpe de estado en compañía de Montesinos, cuya ejecutoria de militar tramposo era imposible que desconociera Ya antes La República y Caretas habian divulgado la entrega de secretos militares cometida en su condición de capitán del Ejército y secretario del general Edgardo Mercado Jarrín, cuyo maletín saqueó para revisar sus documentos, fotocopiarlos y darle la información a la CIA, es decir a la embajada de Estados Unidos.
Su fase de cobarde la volvió a mostrar Fujimori en noviembre de ese mismo año, cuando se refugió en la embajada japonesa frente al conato de golpe que estuvieron a punto de darle un grupo de oficiales encabezados por el general Jaime Salinas Sedó. No intentó trazar una estrategia política o esbozar siquiera una defensa del Palacio de Gobierno. Sencillamente huyo y se cobijó en la embajada de sus ancestros.
Su trayectoria habría de continuar de la mano con su socio el impresentable capitán ya convertido en abogado de narcos y jefe real del SIN, mintiendo, fingiendo, prevaricando, estafando, abusando, robando, matando, volviendo a mentir, insistiendo en el engaño como doctrina (decide primero informa después, le recomendaría a Carlos Bologna cuando éste se estrenaba en el ministerio de Economía) y así hasta la huída final a Tokio que todos recordamos.
Ese adefesio de presidente se rodeó de ineptos y mediocres como él para saquear al país, con el pretexto del fracaso de los "políticos profesionales". Y en cuanto a ese 20 por ciento de peruanos que declaran su intención de voto para él, proceden de esa mazamorra a la que alimentó con regalos desde el poder, acostumbrándolos a vivir de la teta del Estado sin trabajar, o trabajando como telón de fondo en esas indignas manifestaciones en las que lanzaba paquetes de comida envueltos en su fotografia.
¿Creen ustedes que Fujimori va a regresar al Perú? Lo que quiere es mantener sus bonos como político, para negociar cupos en el Congreso, tal vez otras prebendas y al final, naturalmente, que lo limpien de todo cargo y le obsequien una amnístía con la que debe soñar en sus solitarias noches japonesas.
Hasta la próxima
Desde su bien protegido refugio de Tokio, Alberto Fujimori echó a correr el rumor de que regresará al Perú a fines de año, naturalmente con el fin de reintegrarse a la carrera política de la que un día desertó mediante fax y sin previo aviso.
Quienes recordamos los rasgos principales del carácter de Alberto Fujimori, (intrigante, mentiroso y cobarde), estamos convencidos que el japonés no volverá a Lima mientras no tenga la absoluta seguridad de que no irá a la cárcel ni le ocurrirá nada a su integridad física y sicológica. Por tanto, su anunciado retorno es una mentira más de las que viene regando a su paso desde que participó en las elecciones de 1990.
Recuérdese la imaginaria "intoxicación" que sufrió durante la semana santa de ese año, cuando se le vencía el plazo para presentar al país su programa económico a través del periodismo. Justificó su incumplimiento y por tanto su inasistencia, con el pretexto de que pocas horas antes había comido bacalao en mal estado. Por ser entonces primerizo en mentirillas y guardar algo de la simpatia de candidato débil que proyectó durante la campaña electoral, el publico le perdonó la vida.
De allí en adelante perseveró en la manía del engaño. El 5 de abril del 92 sorprendió a la población con un golpe de estado en compañía de Montesinos, cuya ejecutoria de militar tramposo era imposible que desconociera Ya antes La República y Caretas habian divulgado la entrega de secretos militares cometida en su condición de capitán del Ejército y secretario del general Edgardo Mercado Jarrín, cuyo maletín saqueó para revisar sus documentos, fotocopiarlos y darle la información a la CIA, es decir a la embajada de Estados Unidos.
Su fase de cobarde la volvió a mostrar Fujimori en noviembre de ese mismo año, cuando se refugió en la embajada japonesa frente al conato de golpe que estuvieron a punto de darle un grupo de oficiales encabezados por el general Jaime Salinas Sedó. No intentó trazar una estrategia política o esbozar siquiera una defensa del Palacio de Gobierno. Sencillamente huyo y se cobijó en la embajada de sus ancestros.
Su trayectoria habría de continuar de la mano con su socio el impresentable capitán ya convertido en abogado de narcos y jefe real del SIN, mintiendo, fingiendo, prevaricando, estafando, abusando, robando, matando, volviendo a mentir, insistiendo en el engaño como doctrina (decide primero informa después, le recomendaría a Carlos Bologna cuando éste se estrenaba en el ministerio de Economía) y así hasta la huída final a Tokio que todos recordamos.
Ese adefesio de presidente se rodeó de ineptos y mediocres como él para saquear al país, con el pretexto del fracaso de los "políticos profesionales". Y en cuanto a ese 20 por ciento de peruanos que declaran su intención de voto para él, proceden de esa mazamorra a la que alimentó con regalos desde el poder, acostumbrándolos a vivir de la teta del Estado sin trabajar, o trabajando como telón de fondo en esas indignas manifestaciones en las que lanzaba paquetes de comida envueltos en su fotografia.
¿Creen ustedes que Fujimori va a regresar al Perú? Lo que quiere es mantener sus bonos como político, para negociar cupos en el Congreso, tal vez otras prebendas y al final, naturalmente, que lo limpien de todo cargo y le obsequien una amnístía con la que debe soñar en sus solitarias noches japonesas.
Hasta la próxima
5 comentarios
marco antonio delgado -
Pedro P. Odar A -
Litta -
Alberto Rodríguez -
Paco -