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Las papas calientes del gobierno

Las papas calientes del gobierno El caos reinante en por lo menos diez departamentos del país es la cosecha sembrada por el gobierno de Alejandro Toledo, cuando meses atrás admitió una exigencia de campesinos de Huancavelica para que les compren sus excedentes de papa. Entonces, como ahora, el gobierno confirmó su absoluto desconocimiento de los problemas que le salen al paso cada día, que pretende resolver con promesas que porsupuesto incumple cuando se le vencen los plazos.

Y es que Toledo y sus ministros siguen entrampados entre la ideología absolutamente liberal del fujimorismo modelo Carlos Boloña, y el controlismo obsoleto de los tiempos de Alan García. Miles de agricultores peruanos han sido acostumbrados a que papa gobierno les resuelva siempre sus problemas, de modo que si tienen exceso de producción el Estado compra, si faltan semillas el banco del gobierno debe dar crédito fácil para comprarlas y si mañana no pueden pagar pues entonces exigen condonación de sus deudas.

Este es un modelo que ha imperado en el país desde los tiempos de Manuel Odría, el general que gobernó en medio de la abundancia que produjo la guerra de Corea, cuando vendíamos minerales igual que ahora, sólo que a precios excepcionales. Hoy eso no existe pero las costumbres han quedado y ningín gobierno ha hecho nada para educar a la población, menos a los campesinos.

"El Estado no puede comprar la papa porque volveríamos a los tiempos de ECASA", ha advertido el ministro del agro, Carlos Manrique, olvidando que cuando el proteccionismo estatal existía no había paros agrarios porque tampoco había importaciones alimenticias con aranceles bajos ni TLC que amenace a nadie.

Es cierto, el Estado no debe comprar excedentes, pero también es verdad que la primera obligación de todo gobernante es gobernar, algo que no ha hecho el régimen de Alejandro Toledo en los cuatro años que lo soportamos. Y gobernar en la agricultura es promocionar nuevos cultivos, fomentar exportaciones, negociar tratados de comercio que contemplen regulaciones existentes en todo el mundo (incluído el desarrollado), otorgar subsidios (subsidiar no es un crimen cuando las circunstancias lo aconsejan), facilitar créditos de cobranza plausible, facilitar asistencia técnica especialmente en los Andes, educar y un largo etecétera.
El miedo a ser acusdado de estatista es algo que persigue a Toledo. Y es que él mismo no ha hecho nada para derogar la absura constitución fujimorista, qur condena las prácticas proteccionistas vigentes en Edstado Unidos, Europa, Asia y en medio mundo, menos en los predios donde tambalean gobernantes asustadizos, carentes de doctrina y de preparación.

Ese miedo le impide acrecentar las facultades de Agrobanco, una iniciativa que tampoco ha tomado el Congreso de la República, más ocupado en perseguir fantasmas y crear escandeletes antes que expedir las leyes tanto tiempo postergadas.

Así las cosas, otra vez asistimos al lamentable espectáculo de un país caótico en el que viajeros y transportistas terrestres pagan culpas ajenas, al ver impedido su derecho al libre tránsito por los bloqueos de carreteras organizados por politiqueros tan irresponsables como los burócratas que calientan asientos en los ministerios.

fin.

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